Desregulación emocional

 

               Todos los seres humanos sentimos emociones que nos ayudan a lidiar con eventos externos (contexto) e internos (pensamientos y emociones). Una habilidad fundamental es la regulación emocional, la cual vamos incorporando a través de la interacción con personas de nuestro entorno, especialmente durante nuestros primeros años de vida. De todas formas, no es una habilidad innata, sino que debemos ir aprendiendo a regular nuestras emociones, por lo que también puede no producirse dicho aprendizaje o producirse de manera insuficiente. Es en estos casos en los que hablamos de desregulación emocional.

 

¿Qué es la desregulación emocional?

Implica una dificultad para cambiar o regular la frecuencia, experimentación y expresión de nuestras emociones teniendo como norte nuestros objetivos a largo plazo. Vale la pena aclarar que va más allá de la voluntad de la persona: a veces podemos intentar seriamente regular nuestras emociones sin lograrlo con éxito.

 

¿Por qué tengo desregulación emocional?

En general, suele asociarse a una gran cantidad de experiencias dolorosas y poco control sobre conductas impulsivas que dependen de nuestro estado de ánimo. Es decir, depende de nuestra historia de aprendizaje. Las personas con desregulación emocional suelen tender a conductas de regulación disfuncionales, como las autolesiones, atracones o consumo de sustancias.

Desafortunadamente, la desregulación emocional es un factor importante para el desarrollo y mantenimiento de distintos problemas psicológicos. Principalmente, se asocia al trastorno límite de la personalidad, consumo problemático de sustancias e incluso trastornos alimentarios. 

 

Pero entonces, ¿por qué optamos por conductas riesgosas para regular nuestras emociones?

Las conductas mencionadas previamente (autolesiones, consumo de sustancias, trastornos alimentarios) suelen tener un efecto de alivio en el corto plazo. Por ejemplo, ante una discusión con un ser querido, puede que nos surjan emociones muy intensas y displacenteras que incluso nos abrumen. Recurrir al consumo de una sustancia puede “ayudarnos a no pasarla tan mal” por un rato. La cuestión es qué sucede en el largo plazo: ¿puedo lograr mis objetivos mayores si compenso mi desregulación emocional con el consumo de sustancias? ¿Esta conducta me acerca a la vida que quiero vivir? ¿O sólo me ayuda en este preciso instante a evitar la emoción? Puede que estas conductas se tornen un problema en el mediano/largo plazo, conduciéndonos a un mayor sufrimiento, impactando en nuestra calidad de vida e incluso poniéndonos en riesgo.              


               ¿Cómo se trabaja la regulación emocional?

Desde las terapias conductuales se puede trabajar la desregulación emocional. La Terapia Cognitivo Conductual y la Terapia Dialéctico Comportamental (DBT) cuentan con múltiples herramientas para trabajar sobre la desregulación emocional, ayudándonos a crear nuevos patrones de aprendizaje y a entendernos a nosotros mismos, en vez de continuar en el círculo vicioso del autorreproche. Consultar con un profesional de la salud mental es una parte fundamental en el tratamiento.

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