Regulación emocional
Gran parte de nuestra experiencia de vida implica experimentar distintas emociones. Nos ayudan a interpretar y darle sentido a los distintos eventos y situaciones cotidianas, nos desafían a nosotros mismos y nos ayudan a entendernos mejor. Así como es de suma importancia sentir emociones, también lo es la Regulación Emocional.
Regular nuestras emociones es una habilidad que nos permite moderar la frecuencia, intensidad, duración o expresión de nuestras emociones. Para poder regularlas, es necesario poder identificar las emociones en el momento en que surgen, utilizar estrategias de regulación de manera flexible, inhibir respuestas o conductas impulsivas y orientar nuestra la conducta a nuestras metas y objetivos cuando experimentamos emociones intensas.
Al trabajar y ejercitar la regulación emocional vamos a modificar algún componente de la experiencia emocional, como pueden ser las variables disparadoras o mantenedoras de la emoción. De esta forma, si modificamos el estímulo que desencadena la emoción, vamos a poder modificar sus componentes cognitivos, fisiológicos o conductuales, generando un impacto diferente en los efectos posteriores.
Es importante destacar que no toda conducta que nos permita modificar lo que sentimos es una estrategia de regulación emocional adaptativa. Hay conductas que atentan contra nuestra integridad física que pueden ayudarnos a regular emociones en el corto plazo, pero no ser efectivas en el largo plazo, dado que deterioran nuestra salud y ponen en riesgo nuestra vida. El objetivo de la regulación emocional es poder modificar lo que sentimos siendo coherentes con nuestras metas y valores.
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