Creencias y rendimiento académico

“No soy un buen estudiante”: las creencias y el rendimiento académico

Las creencias más importantes son aquellas que se refieren a nosotros mismos y a nuestras capacidades ya que son las que nos definen.

Ellas pueden interferir con las metas que los estudiantes se establecen, afectar negativamente los esfuerzos que realizan e incidir sobre su constancia en el estudio.

Si te invitara a completar una lista de frases que comenzaran con: “Como estudiante, yo soy…”

¿Qué creencias o ideas podrías identificar?

¿Qué son las creencias?

Creer en algo es tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado.

La creencia es una verdad subjetiva, una convicción, algo que el sujeto considera cierto.

Son formas de comprender el mundo, sostenidas psicológicamente, que son tenidas por verdaderas.

En el caso de los estudiantes, las creencias se refieren a nociones, ideas percibidas, conceptos, opiniones, representaciones, suposiciones o teorías acerca del aprendizaje y de su desempeño como aprendices. Por lo tanto, el estudiante se vinculará con las situaciones académicas mediante las ideas o representaciones que se haga de ellas. Algunas podrán producirle malestar o padecimiento y podrán ser tomadas como hechos irrefutables.

¿Dónde está la prueba de que si no me va bien en los exámenes es porque no sirvo para esta carrera? ¿O porque no soy suficientemente inteligente?

¿Quién me asegura que si comento un error es porque no puedo hacer nada bien?  ¿O que si no avanzo en la carrera es porque soy un fracasado? ¿O un vago? 

¿Quién puede demostrar que si no me recibo a una determinada edad quedaré fuera del mercado laboral?

¿Dónde está la ley escrita que afirma que debo aprobar todas las materias con notas excelentes para ser en el futuro un buen profesional? ¿O que, si no soy el mejor, no soy nadie?

Las creencias operan en nosotros ni bien nos ponemos a pensar en algo, por ejemplo, en el futuro examen que debo rendir en los próximos días.

Ellas actúan como un filtro sobre el pensamiento, el procesamiento de la información, y en la manera en que se realiza el proceso de aprendizaje. Tu cerebro encuentra aquello que corrobore tu creencia.

Hay creencias que se pueden calificar de disfuncionales porque producen malestar y generan un impacto negativo en nuestras metas vitales, como, por ejemplo, cuando postergo rendir un examen porque no me siento capaz de aprobarlo.

¿Cómo reconozco una creencia?

Las creencias se caracterizan por: 

  • Derivan de deducciones imprecisas no apoyadas en la realidad (“Aprobé los exámenes de este cuatrimestre, pero igual siempre me va mal”)
  • Son dogmáticas, absolutistas y no verificables (“Los demás estudiantes saben más que yo”)
  • Se expresan como “deberías” (“Ya debería haberme recibido a esta edad”)
  • Conducen a emociones intensas (“Estoy paralizado porque seguro me quedaré en blanco”)
  • Interfieren en el logro de metas personales (“Nunca voy a recibirme de médico así que mejor abandono”)

Existen diferentes tipos de creencias disfuncionales sobre nosotros mismos vinculadas a:

  • La autoinculpación: si las cosas no resultan como deseo, soy culpable. “Si no me va bien es porque no puse voluntad
  • La indefensión ante el cambio: creer que es poco lo que se puede hacer por superar los efectos del pasado. “Siempre fui tímido y no voy a poder pasar los exámenes orales”
  • Perfeccionismo: pensar que siempre debo lograr una solución perfecta para sentirme feliz. “No puedo fallar en el parcial. Si fallo, me muero”

¿Cómo cambiar estas creencias?

Cambiar las creencias que tenemos sobre nosotros mismos puede llevar un tiempo, fundamentalmente porque no somos conscientes de cuáles son esas creencias. Como estamos seguros de ellas, no las cuestionamos, sino que automáticamente nos comportamos teniéndolas en cuenta. No tenemos registro del impacto negativo que nos generan.

Este proceso de cambio de estas creencias implicará diferentes etapas:

  1. Aprender a Identificar las creencias acerca de nosotros mismos como estudiantes y que nos generan malestar. 
  1. Entender el impacto negativo que las mismas tienen en mi desempeño como estudiante.
  1. Cuestionar esas creencias cada vez que aparecen. ¿Cómo me siento cuando lo pienso? ¿Me sirve tener ese pensamiento? ¿Qué evidencia tengo acerca de lo que pienso? 
  1. Buscar pensamientos alternativos en relación con mi desempeño como estudiante que sean más acordes con la realidad y más compasivos conmigo mismo. Traerlos a la conciencia cada vez que me encuentre cuestionando una vieja creencia.
  1. Darme tiempo para que, de a poco, viejas creencias vayan teniendo menor impacto en mi desempeño y sean reemplazadas por otras, más funcionales a mi vida de estudiante. Es importante ser paciente ya que estas viejas creencias están vinculadas a una historia de aprendizaje y, seguramente, llevan muchos años instaladas.
  1. Conocer nuevas estrategias de aprendizaje que ayuden a sentirme más autoeficaz generando un ciclo de retroalimentación positiva que ayudará a reafirmar estas nuevas creencias acerca de mí mismo como estudiante.

Si bien no es fácil identificar creencias sobre nosotros mismos, un programa de entrenamiento basado en la gestión de esas creencias, permitirá al estudiante aprender una variedad de estrategias para flexibilizarlas y obtener una visión más real y comprensiva de sí mismo.

 

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