La evitación: una manera de perpetuar el malestar

Al enfrentarnos a una situación que nos genera mucho malestar, tendemos a evitar dicha situación o estímulo. El problema es que escapar constantemente de aquello que nos genera malestar no nos ayuda a avanzar y a seguir creciendo, sino que la evitación termina funcionando como un factor mantenedor. Es decir, si ante un evento que nos genera emociones displacenteras siempre terminamos huyendo y evitando, el estímulo se volverá más y más atemorizante cada vez que lo evitemos, dificultándonos la posibilidad de enfrentarlo y atravesarlo, y eventualmente, liberarnos de ello.

De esta manera podemos entender a la evitación como un parche que nos “salva” de una situación displacentera en el corto plazo, pero ¿qué sucede a largo plazo? ¿Cuál es el costo a pagar tras la evitación constante? Nuestra vida se irá limitando y restringiendo cada vez más, impactando en todas las áreas de nuestras vidas. Dicho esto, podemos entender a la evitación como una manera de reforzamiento negativo, eliminando del contexto un estímulo desagradable. En definitiva, la evitación es un comportamiento disfuncional y un factor mantenedor del trastorno.

Resulta importante mencionar a la evitación experiencial, proceso por el cual intentamos evitar las propias vivencias como pensamientos, emociones, recuerdos o conductas. La evitación conductual es de las más fáciles de identificar ya que implican una acción o la ausencia de una acción. La evitación emocional apunta a evitar emociones displacenteras como el miedo, tristeza o ira. Por último, la evitación cognitiva implica el querer deshacernos de pensamientos.

Sin dudas, una de las mejores prácticas para modificar y lidiar con la evitación es la aceptación. La aceptación es un proceso constante, no una acción única en un momento determinado. Implica estar dispuesto a experimentar pensamientos, emociones y sentimientos que surjan con la experiencia y comprender que, si intentamos controlarlos, nos terminaremos sintiendo aún peor. Uno de los primeros pasos para hacer a un lado la evitación es identificar en qué momentos de nuestras vidas evitamos, de manera que podamos evidenciar cómo y cuánto nos limita dicha evitación, y podamos empezar a pensar en otras formas de actuar. Por último, contamos con el recurso de la exposición a aquellos estímulos evitados. Este último recurso puede enmarcarse en un tratamiento psicoterapéutico donde la exposición sea progresiva, en ambientes controlados y con el apoyo y acompañamiento requerido por el consultante.

¿Te pareció interesante este contenido?

¡!Haz clic en una estrella para valorarlo!

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (4 votos, promedio: 4,25 de 5)
Loading...

Compartilo en tus redes

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *