La depresión y la activación conductual
Algunas herramientas para trabajar la depresión
La depresión es uno de los problemas de salud mental más frecuentes actualmente a nivel mundial. Se caracteriza por un persistente sentimiento de tristeza, pérdida de interés en personas y actividades que se solían disfrutar, alteraciones en el sueño y en la alimentación (ya sea por aumento o disminución) y dificultades en la concentración y memoria.
La activación conductual es una de las intervenciones con mayor eficacia para la remisión de la depresión. Esta herramienta es breve, de bajo costo y sin mayores complejidades al momento de aplicarla. Además, está orientada a las principales características de la depresión: la inacción, falta de actividad y motivación. Al estar inmersos en actividades que no nos generan placer, terminamos manteniendo el malestar, por lo que la activación conductual propone romper con este círculo vicioso.
La activación conductual nos hace corrernos de la idea de que una vez que nos empecemos a sentir mejor, recién ahí empezaremos a retomar actividades. Justamente funciona de la manera contraria: debemos hacerle un lugar y dedicarle tiempo a las actividades que nos van a ir generando placer y ayudarnos a sentirnos mejor poco a poco. Es decir, la premisa principal de la activación conductual se basa en que un cambio en la conducta vendrá de la mano con un cambio en el estado del ánimo.
En el tratamiento, el terapeuta y consultante buscarán en conjunto actividades que no le generan placer y que incluso mantienen el malestar, para luego poder reemplazarlas por otras actividades gratificantes que se relacionen con sus valores. Se comenzará por actividades pequeñas que no impliquen muchos recursos (como tiempo y energía) para luego ir ampliando el repertorio conductual, agregando progresivamente actividades más demandantes y complejas.
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