Ansiedad frente a los exámenes

Cuando se acerca la fecha de los exámenes, son muchos los alumnos que ya comienzan a sentir un nudo en el estómago. Son aquellos que viven la situación de examen como una tortura.

En realidad, estas sensaciones ante el peligro son comunes a todas las personas ya que tienen que ver con nuestra biología. La naturaleza dotó a nuestros antepasados de ciertos mecanismos que le permitieron preparar su cuerpo para la lucha o la huida ante el peligro. Cuando un evento nos atemoriza, nuestro cerebro se inunda de dos potentes hormonas: la adrenalina y la noradrenalina que producen reacciones fisiológicas: el corazón bombea más rápido, los músculos se tensan, la boca se seca y transpiramos en forma excesiva.

“Cuando nos enfrentamos a una situación de peligro o a otras situaciones emocionales amenazadoras, no tenemos tiempo ni recursos mentales de reserva. Todo el yo queda inmerso en la emoción”[1]. En síntesis, se enciende una alarma que anula, en pocos milisegundos, todas las operaciones del cerebro cognitivo. Los procesos de almacenaje y recuperación de la información se ven afectados por nuestras emociones. No recordamos nada aunque hayamos estudiado…

El fracaso académico trae aparejado sentimientos de frustración, además de un fuerte impacto sobre la propia autoestima del estudiante y una confusión respecto de sus propias capacidades.  Estas creencias y sentimientos perturban y entorpecen el proceso de aprendizaje, con resultados negativos no esperados que se repiten en el tiempo.

Lamentablemente, las personas que fracasan una y otra vez ante los exámenes se sienten impotentes y muchas veces se resignan, abandonando sus estudios y con ellos, sus aspiraciones profesionales.

La ansiedad frente a los exámenes, diagnosticada a tiempo, permite aprender herramientas para disminuir y aliviar los síntomas ansiosos y así lograr avanzar en los estudios sin tanto padecer.

 

¿Qué podemos hacer?

Superar la ansiedad a los exámenes requiere recorrer un camino que comienza por entender los factores determinantes de esa reacción emocional, así como de trabajar en el autoconocimiento empezando por:

  • Reconocer nuestras creencias negativas acerca de nuestras habilidades como estudiantes.
  • Analizar cuánto nos vemos afectados por las expectativas que tiene el entorno acerca a nuestro rendimiento (léase padres, familiares, amigos, parejas).
  • Identificar nuestros rasgos de perfeccionismo cada vez que sentimos una gran presión por hacer las cosas excelentemente bien.
  • Registrar las autoevaluaciones negativas acerca de nuestro rol como alumnos y tomar conciencia de nuestro diálogo interno permanente.
  • Individualizar cada vez que realizarnos interpretaciones negativas acerca de nuestro desempeño en relación con el desempeño de los demás.
  • Reevaluar métodos de estudios que nos llevan a sentirnos ineficaces en el proceso de aprender.
  • Reconocer las señales que nos envía el cuerpo ante el aumento de la ansiedad y así utilizar técnicas para lograr que la misma se vuelva más tolerable. (técnicas de respiración, relajación y visualización)

Este proceso de autoconocimiento servirá para revisar y entender por qué nos sentimos así frente a la posibilidad de ser sometidos a una evaluación/examen. Y, a partir de ahí, comenzar a generar cambios, a adquirir recursos que nos permitan desactivar la sensación de miedo inminente, así como disminuir y aliviar los síntomas de ansiedad de manera de enfrentar un examen mejor preparados.


[1] Joseph, LeDoux, El cerebro emocional, Ariel Planeta, 1999, pág. 337 

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